Últimos poemas 2024


 Paranoia

 

Los cuervos de cabeza inmóviles,

desdoblan al revés sus alas empinadas

y miran con sus ojos afilados al árbol

desnudo.

 

Y, las pupilas de mi quebranto absurdo aturden,

las liviandades frívolas de los suburbios mezquinos,

parecen una sintonía de cuervos negros alteando

en mis heridas.

 

Las lágrimas siniestras desyerban, los surcos

oscuros de mis lamentos cuando las veo

salir de mis parparos abiertos como arados

por mi carne.

 

Me he vuelto un cuervo negro que vuela,

y se lleva mi sonrisa melancólica de oscuridad,

a los almendros, donde vigilan los cuervos

atormentados de lo que miran.

 

Mis lagrimas parecen hojas secas

que buscan sus alas para marcharse

lejos de la soledad, o marchicharse

para morir.           




  

Bonanzas nocturnas

 

La escasa luz se cuela,

entre las ramas, y las sombras

tumban sus cuerpos adoloridos,

por el oscuro silencio.

 

Apenas anochece los bogas del viento,

adormecidos vociferan las palmas,

y estas riman y tiemblan la serenidad,

de sus hojas.

 

Los amos, entre la bonanza,

duermen los ensueños resucitados,

entre los pájaros de la noche

y la liebre gris.

 

Y, debajo de los negridos, el lago frio,

vibra sus corrientes, llenas y redondas,

estremeciendo las escamas turbias,

de los peces.

 

Escueta de pronto el grillo,

su luz destellante y con su arrullo avisa,

que va pasando los invisibles

orbes.

 

 

Entero los cauchos gimen,

sus gritos enredados y se tuercen,

arrimando sus quejidos soberanos

al cielo.

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